sábado, 17 de diciembre de 2011

"vacío" concierto de danza...

María Guadalupe Alvarez 18/12/2011:
La verdad q me quedé impresionada. Superó mis expectativas. Me alegro infinitamente que en Guayaquil se esté dando este proceso de revisión, de autoconciencia del lugar del cuerpo en la danza, en el teatro... Los bailarines en este caso asumen el reto con precisión y entrega buscándose al máximo y eludiendo las retóricas del lenguaje llamado experimental. Las coreografías excelentes, arriesgadas, al límite, volteando convenciones con altura y sofisticación, sin sobrantes ni fueras de tono; un orgullo para el escenario del ITAE. Gracias Jorge, Mario, Michelle, Vanessa!!!!

…Vuestro trabajo hace honor a la visualidad, pondera la capacidad de producir imágenes y está ya tensando esas barreras impuestas por la tradición a los dominios particulares de la expresión. La música además está muy bien seleccionada. Tiene presencia propia (me habría gustado que en la presentación previa que se hizo se hubiera hablado más de ella), en eso me quedaron en deuda.  Así que el camino está abonado y de seguro el trabajo con sonido, artes visuales y el que ya tienen con teatro tendrá coherencia.

Bertha Díaz :
Historias del Cuerpo.
Con Punto cero estamos ante una coreografía que se enarbola desde una experiencia de movimientos que se desencadenan de las pulsiones más primarias del individuo. El coreógrafo se ha sumergido en el material en que se halla la energía. El trabajo plantea desde ahí un entrelazamiento vincular, sensible, erógeno, con una postura dual: por una parte, la que implica la  exploración, el convivio, el pretexto; y, por otra, la que implica al cuerpo que comunica.  La exploración ha provocado un dinamismo donde los significantes que aparecen en l@s intérpretes llegan a operarse y activarse de forma diferente, deviniendo hacia una energía violenta, vertiginosa.  La pulsión rompe las certezas y la belleza real surge en un juego donde no hay linealidad y el único fraseo que existe y fabula el entramado, es el que generan los cuerpos en acción, encuentro y desencuentro. Los artistas entran en una orquestación energética donde cabe de la misma manera la consonancia y la disonancia. Se trata de una forma escritural de la danza, que tiene como punto de partida el mismo intérprete, pero indagado este en todas sus dimensiones.

Desterrada: .
Delia Pin Lavayen
Michel Mena  y Vanessa Guamán nos envuelven en el des-poseer femenino,     el  aferrarse, el tener  “algo”, “alguien” como signo del  destierro.
Donde los cuerpos  se des-usan, mezclan una y otra vez   con objetos asfixiantemente orgásmicos. Convirtiendo a la manipulación en lenguaje único de vida y  riesgo.
Objetos- excusas  de subsistencia hasta  converger y divergir  con la otra yo en el escenario, esa otra que también es identidad, negación, necesidad, deseo-terror, poder, humillación.
Desterrada tiene sabor  a dolor, angustia, amor-odio.
Desterrada es  detenerse  al recuerdo del  abandono, es  la  ausencia de tierra propia  que  “aterra”    y  descontrola. 
Punto Cero: Danza rítmica con música y sin ella. Coreografía de cuerpos que buscan un horizonte en el espacio,  cuerpos-peso, cuerpos- alivio, sostenidos en  miradas y encuentros de movimientos y sincronía pero sin  salir del punto cero. Muestran el punto cero,  en cada espacio vacío-humano existente vivo.
Danza que presume rojo, suciedad, en un ir y venir en el escenario.  Cabezas despeinadas que contonean preguntas y puntos huecos.

AIDA CALDERÓN:
La sensación que a uno le queda después del Concierto de Danza es de haber visto a dos bailarines y dos bailarinas dispuest@s a la fractura. No es coincidencia, cualquiera que haya recibido una clase de Jorge Parra o Michelle Mena sabe de lo que se está hablando: el rigor del trabajo cotidiano que deja surcos. Ver esto es muy emocionante. Gente que desde el extremo de sus posibilidades se descentran y transformados pelean una batalla que no solo tiene que ver con la resistencia física, sino con una necesidad vital. En una ciudad como Guayaquil, estas sesiones de largo aliento me han sido muy estimulantes para seguir trabajando, solo siendo consecuentes con el rigor que uno necesita es posible esta clase de experiencias.

Es muy clara la diferencia entre las tres coreografías, casi didáctica. Punto Cero es la coreografía que se siente más acabada, la claridad en los movimientos que permite buscar el extremo en cada uno de ellos, le da una sensación de coreografiados. Podemos ver a los y las intérpretes en función del movimiento. En Desterrada, al contrario, vemos a las intérpretes en función de la emoción que se supone que tiene que producir la coreografía, en lugar de hacer lo que tiene que hacer. Sin embargo pienso que es una cuestión de concepción, del lugar desde el cual uno se ubica como intérprete. Muy pronto se convierte en un tire y jale y se estanca en la reproducción lo cual es un problema porque le da un tinte melodramático. Hace falta juego, con la entrega que el juego requiere pero también con la ligereza de saber que es un juego. En cambio en Sandunga la imagen a través de la tela es atractiva, pero si en Desterrada la dificultad es el histrionismo en Sandunga el ritmo es hipotenso. Es decir que a pesar del cambio de ritmo del movimiento hay una especie de romanticismo o idealismo de cada movimiento que no le permite llegar a un extremo sin detenerse en cada transición para dar cuenta de que hay algo que le está pasando al intérprete. Es un riesgo desdramatizar el drama de uno, pero como dice Alejandra Pizarnik  “Y sobretodo mirar con inocencia, como si no pasara nada, lo cual es cierto” que implica darle la vuelta y desde ahí verlo para no estancarse en la tragedia personal.

La música en las dos primeras coreografías se convierte una relatora de la emoción y no en un elemento para seguir complejizando. Ahora que pienso en la clase de composición coreográfica a mi me pasaba cuando trabajaba en la clase de composición coreográfica que en las improvisaciones salían de un trasfondo emocional, pero el estudio del movimiento que había aparecido lo limpiaba y la técnica terminaba de darle forma y resulta que ya no significaba o era exactamente lo que yo pensaba que “quería decir”. Pero resulta que terminé descubriendo una posibilidad de mi a la que no me había enfrentado. Y sin embargo hay partes que siento haberme quedado arraigada en la emoción y no fui capaz de desprenderme. Otro elemento que me molestó durante la coreografía fue el uso a medias de la voz, en Desterrada como remarcación de la intención emocional, pero en Punto Cero parecía un quejido por el esfuerzo que ensucia. Algo que me llamó mucho la atención y sorpresa es el nivel de descolocación, descentramiento y vértigo al que llegaba la coreografía. Me obligaba a apretar el perineo. Aunque el lugar al que llega al final me choca un poco, no parece parte del resto de la coreografía y el nivel de delirio que tiene, es cuando menos locura se permite, todo está más explicado, cada imagen es más obvia, por lo tanto menos inquietante.

Es la primera vez que veo coreografías de los Zona Escena y me parece que es muy coherente y consistente, tiene espesor y eso no se lograría sin la constancia del trabajo cotidiano. Es lo que la “bohemia artística” de la ciudad no entiende.

Dan Franco:
Sandunga : Fue una demostracion de conflictuacion entre el y su transformacion de lo que siente de su ruptura , que lo cambia y lo obliga a una confusion total , que lo lleva a su cruda realidad.

Aida Calderón:
FELICIDADES!!!!!! UNA NOCHE ESPECTACULAR .. LAS COREOGRAFIAS QUE SON TUYAS FUERON REALMENTE LLENAS DE EMOCIONES .. Y GRACIAS POR HABERLO MOSTRADO! ME SENTÍA ASOCIADO A LO QUE ME MOSTRABAN .. Y ASI PUDE ZANJAR CIERTAS INQUIETUDES SOBRE LA DANZA!! GRACIAS MIL GRACIAS!

Jonatha Estrella:
MARAVILLOSO,asi puedo expresarme de mi visita a "VACIO". cada movimiento era una caricia en mi piel, a veces sutiles a veces ásperas, pero en cada momento mi alma vibraba...

IXORA ZAMBRANO:
Querido maestro, una siente verdadero orgullo y ternura de ver los sitiales del abnegado realizador ocupador por voluntades como la tuya: inspiración, trabajo, respeto por las formas, sin que falte el hálito verdaderamente creativo. Te deseo lo mejor en el esforzado camino de las artes -teniendo en cuenta que la danza abarca tantas otras. Muy afectuosamente, Ixora.
sobre "vacío"

DAN FRANCO:
Desterrada: Bueno a mi parecer , cuando la vi a Michelle y despues veo entrar a Vanessa pude sentir y ver que Vanessa es la parte masculina de Michelle , esto me llevaba a pensar , analizar y a reflexionar , que habia un conflicto de aceptacion y de odio hacia si misma , es algo que provoca una ruptura emocional .
Sandunga : Fue una demostracion del conflicto entre él y su transformacion de lo que siente, de su ruptura, que lo cambia y lo obliga a una confusion total , que lo lleva a su cruda realidad.

WALTER FRANCO:
periodista sección Cultura Diario El TelégrafoGracias, Gracias a todos ustedes los constructores porque sin su labor, los demás tendríamos poco o nada que hacer. Los  mejores deseos para Zona Escena y todos sus amigos, familiares y colaboradores.

MICHELLE MENA:
Es muy gratificante ser parte de esta gran familia que día a día comparto con mis compañeros: Vanessa, Mario, Jorge que permiten crecer junto a ellos y a sus experiencias, muchas gracias. Y muchas gracias a esos grandes artístas espectadores que nos permiten aprender y enriquecernos con el trabajo diario.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Un festival por todos y todas

Miércoles 14 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  
La casa de Bernarda Alba se puso en escena el domingo pasado en el Teatro Centro de Arte.
Concluye la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 y con la última función comienza su equipo de realización a pensar en la que se convocará el próximo año.

Entonces el evento estará cumpliendo quince años de intenso trabajo y la fecha será evidencia de la mayoría de edad en una gestión que desde sus inicios ha pensado en los otros y otras: en los artistas, en el público y en la escena por venir. Es allí, en ese trabajar por el futuro, donde está el mayor aporte del coreógrafo y gestor Jorge Parra, director fundador del festival, y su equipo. Soñar, pensar y organizar una muestra como esta entraña una responsabilidad con la difusión de las artes, pero sobre todo un compromiso con los espectadores que cada año acompañan el evento y sobre todo con los nuevos que se incorporan.

Esta vez el festival apostó, como ya es costumbre, por la diversidad de estilos y abrió un nuevo espacio para la experimentación y la investigación en la sede del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), que funcionó como un laboratorio abierto a procesos creativos, reflexivos y de formación.

La muestra del trabajo cotidiano de este centro –sin duda un pilar en la educación de las nuevas generaciones de artistas escénicos del país– permitió calibrar una comunicación realmente imprescindible entre los estudiantes –que también mostraron su trabajo en el evento–, los profesionales de la escena local –en algunos casos también docentes– y los creadores nacionales e internacionales invitados.

De ahí que un público mayoritariamente joven estuviera participando del evento a tiempo completo. En cuanto a propuesta artística, las obras invitadas dieron muestra de la diversidad del quehacer escénico contemporáneo. Performances, danza en paisajes urbanos, teatro de máscaras, unipersonales, mimo corporal son algunos de los lenguajes reunidos en esta ocasión, en la que también hubo espacio para la puesta en escena a partir de textos contemporáneos.

En cuanto a temas, la inmensa mayoría de las puestas se referían a la necesidad de reencontrar al otro a partir del reconocimiento de sí mismo, con lo cual se ratificaba la necesidad de hablar del ser humano y sus imponderables en relación a contextos puntuales de existencia y trabajo.

El pirata modelado por los artistas franceses de Zo Prod inauguraba ya al principio mismo del festival una reflexión en torno al cuerpo como escenario del conflicto. La creación frente a todos de un cuerpo ilusorio, armado con materiales de desecho, se convertía en una acción liminal, transfronteriza, que adelantaba la fusión evidenciada en otras propuestas del festival, que también ponía énfasis en lo performativo.

Dentro de ellas, Cubalandia, performances en escena de la actriz Mariela Brito, mostró un personaje popular de la Cuba actual que interactúa libremente con los espectadores y que al dilatar la platea quebró, frente a todos, la noción extendida de teatro.

Algo similar ocurrió con la coreografía presentada por el colectivo franco-brasileño Flores, que con dos presentaciones en el evento mostró un nuevo rostro para la danza urbana, concebida como acción de encuentro y diálogo con el otro al tiempo que indaga en las peculiaridades del universo femenino. Más convencional, la propuesta española puso énfasis en la necesidad de apresar los recuerdos y de fijar eso que somos, más allá de las contingencias cotidianas.

Por su parte, los grupos ecuatorianos convocados dieron muestra de un quehacer bien diferenciado que va desde el trabajo en solitario de Carlos Gallegos, concentrado en lograr la comunicación con recursos mínimos, hasta el proyecto dirigido por el español Jesús Crasio, que remonta La casa de Bernarda Alba con actrices pertenecientes a varias generaciones de creadores de la escena local. Teatro Ojo de Agua y Teatro en el Cielo también presentaron sus propuestas a las que se sumó Muégano Teatro con la presentación fuera de programación oficial de Karaoke y la muestra, organizada por ellos, del Laboratorio del ITAE.Estas dos últimas propuestas potenciaron ese tan necesario espacio de confrontación, imprescindible para pensar el teatro ecuatoriano del futuro, al que también contribuyeron los talleres concebidos en esta ocasión.

Fiesta de las artes escénicas, el festival inicia desde ya un nuevo ciclo. Los quince años obligarán a mirar hacia atrás, ojalá sea posible con el apoyo del Ministerio de Cultura la edición de una memoria de todos esos años en la que sea posible verificar la tan importante trayectoria de estos encuentros que, sin lugar a duda, han ayudado a construir otra Guayaquil, una ciudad cultural que encuentra en la danza y en el teatro un espacio para pensarse y, ¿por qué no?, para soñar el porvenir.
http://www.eluniverso.com/2011/09/14/1/1380/un-festival-todos-todas.html

‘Kaspar’ descifra la lengua del teatro

Lunes 12 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez Triana para el universo
El grupo ecuatoriano Teatro Ojo de Agua llevó a sala del ITAE la obra Kaspar. La presentación se efectuó como parte del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil (Fiartes-G).
Basada en la obra homónima de Peter Handke, Teatro Ojo de Agua presentó en la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 su pieza Kaspar. Inspirada en la aparición, el 26 de mayo de 1828, en la ciudad de Núremberg, de un niño de unos 16 años que había sido mantenido en cautiverio y total aislamiento.

Su nombre era Kaspar Hauser y su historia se convirtió muy pronto en fuente de inspiración para escritores y músicos fundamentalmente.

La falta de afecto y el vivir alejado del contacto con otros seres humanos hizo de este personaje un arquetipo del “salvaje” no culturizado, de ahí que su aparición en el teatro, desde el teatro, no solo permite abordar el tema de la formación de la identidad y del sentido de la educación en sentido general, teniendo en cuenta la importancia del lenguaje en ese proceso, sino también el rol del teatro como espacio de confrontación y verificación de la acción del hombre en el mundo y la razón última de esa acción.

Pequeños detalles van conformando una puesta sin centro que se fuga de la idea convencional del teatro y presenta un proceso de aprendizaje en torno a las maneras de hacer y pensar el hecho escénico equivalente al que debe remontar el personaje durante la aventura que entraña la asimilación del lenguaje. La palabra postergada, que deviene incapacidad para percibir y comprender el mundo, es también evidencia del desajuste de la puesta con respecto a la propia noción de teatralidad.

No obstante, cuesta verificar las potencialidades del texto en el espectáculo, su capacidad de sugerencia, su peculiar modo de desteatralizar.

La puesta de Roberto Sánchez quiebra las relaciones acción-personaje, espectáculo-espectador, texto-puesta y se convierte en un mecanismo autónomo desasido y en cierto modo errático.

Se necesitaría, sin embargo, un mayor contraste entre los dos momentos principales de la pieza: el primero, aquel en el que un “apuntador” dicta el comportamiento; el segundo, cuando el que el personaje decide por fin existir él también en el lenguaje.

Sin duda, se trata de una dramaturgia de suma complejidad en tanto se constituye un ensayo en torno a la humanidad y sus imponderables y por ello sea necesario quizás regresar a la puesta e intentar una segunda lectura.

Densidad y opacidad son valores absolutos de la propuesta que nos obliga a profundizar en su concretización. Coherente con esa idea es el propio espacio de presentación de la pieza en el Festival, entendido como laboratorio de exploración en torno a las diversas maneras de obrar en la escena contemporánea. De este modo, el evento insiste en la valorización de los procesos de la escena nacional y en su confrontación con el resto de los espectáculos internacionales, al tiempo que expande para el espectador su “idea del teatro”.
http://www.eluniverso.com/2011/09/12/1/1380/kaspar-descifra-lengua-teatro.html

Kulunka Teatro y el valor de la memoria

Sábado 10 de septiembre del 2011Arte y cultura
Jaime Gómez Triana para el universo  
Kulunka Teatro presentó en la Sala experimental del Teatro Centro de Arte André y Dorine, una obra que estremece, pero que al mismo tiempo da esperanza y parece decir que el amor salva.
Como excelente y muy bien balanceada podríamos calificar hasta el momento la programación del XIV Festival de Artes Escénicas Guayaquil 2011. Ejemplo de ello es, sin duda, la puesta en escena presentada por el colectivo vasco Kulunka, una pieza estremecedora y al mismo tiempo cargada de esperanza.

Juego tragicómico de máscaras, André y Dorine asume como espectáculo un gran riesgo. Sumergirse en el tema de la vejez y el final de la vida mirando de frente a una de las enfermedades más horribles que podemos padecer: el alzhéimer. Historia de amor y olvido, el espectáculo logra conmover a partir de la minuciosa construcción de un sistema de relaciones en el que se pone de relieve el comportamiento del ser humano en familia.

La vida está llena de pequeñísimos detalles y es justamente en esos momentos, cotidianos y comúnmente imperceptibles, en los que se detienen José Dault, Garbiñe Insausti y Edu Cárcamo, quienes dan vida a una extensa galería de peculiares personajes modelados a partir de máscaras fijas y, por ello, imposibilitados en el uso de la palabra, lo cual obliga a poner énfasis en la acción, en la relación, en el contacto.

La intensidad del trabajo radica justo en su síntesis, en el modo en que se complementan el lenguaje seleccionado y el tema, en el trabajo con lo esencial: la acción justa, el gesto preciso, la mirada que oscila entre el devenir de la acción dramática y el espectador. Cómplice de las máscaras, el público acompaña el proceso de construcción de una historia que, narrada desde el artificio, deviene generalización y nos permite a todos y cada uno conectar con nuestra propia biografía.

Sorprende entonces la cuidada articulación de los elementos que sustentan la historia de amor de estos dos personajes y el modo en que el espectáculo los muestra.

De hecho, la enfermedad bien podría ser un pretexto, pues lo más importante es la pregunta rotunda que la pieza pone sobre la mesa: ¿quiénes somos? Identidad y alteridad son aquí piezas de un rompecabezas que exhibe la absoluta disolución del sujeto contemporáneo, su crisis que es desarraigo, soledad, silencio, olvido.

La enfermedad actúa entonces en la trama como un catalizador que obliga a mirar con ojos nuevos antiguos retratos de familia, aquellos en los que todos aparecen felices y enamorados. Las viejas instantáneas disparan el recuerdo y son el testimonio de esa vida real en la que ser y estar eran una misma cosa para la pareja, un destino compartido, una aventura por venir.

Con puesta en escena de Iñaki Rikarte, vestuario de Ikerne Giménez y máscaras de Garbiñe Insausti, André y Dorine desmonta el tradicional melodrama que acompaña a la enfermedad y la confronta con humor y artificio, recordándonos que la vida no se detiene y que también llega el tiempo del olvido.

Entonces, parecen decirnos estos artistas, solo el amor salva, siempre salva.

Datos

Hoy, la agrupación teatral ecuatoriana Producciones Escénicas presenta la obra La Casa de Bernarda Alba, dirigida por Jesús Cracio.

La pieza está basada en la historia del autor español Federico García Lorca. El colectivo ecuatoriano la describe como “una obra de y para mujeres, donde paradójicamente la represión se ejerce en nombre del machismo más exacerbado”.

El montaje se realiza a las 19:00 en la sala principal del Teatro Centro de Arte (km 4,5 vía a la costa). El costo de la entrada es de $ 10.

El elenco lo conforman, entre otras actrices, María Beatriz Vergara, como Bernarda Alba; Juana Guarderas, en el rol de Poncia; y Randi Krarup, como Adela

Claro como ‘Bruma’

Viernes 09 de septiembre del 2011Arte y cultura

Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  

Martín Peña y Yanet Gómez, del grupo ecuatoriano Teatro del Cielo, durante la puesta en escena de la obra Bruma.
Etienne Decroux dedicó una buena parte de su vida a la creación de un teatro en el que el actor fuera absoluto protagonista, de ahí que su peculiar investigación estuviera centrada fundamentalmente en el cuerpo del intérprete en tanto este constituye a un tiempo instrumento y materia prima del acto escénico.

Esta exploración lleva al importante maestro francés a desarrollar la técnica del mimo corporal por medio de la cual el actor se transforma en escultor de sí mismo al tiempo que logra el despliegue de todas sus potencialidades creativas.

Justamente a esa línea de trabajo, que jerarquiza el valor de la fiscalidad y maneja la presencia de manera muy consciente y precisa, pertenecen los actores Yanet Gómez y Martín Peña, integrantes de Teatro del Cielo e intérpretes de la pieza Bruma, con la cual el Festival Internacional de Artes Escénicas Guayaquil 2011 continúa indagando en la relación corporalidad y escena, apreciable desde muy diversos puntos de vista si tomamos en cuenta los diferentes abordajes del tema en cada una de las puestas presentadas hasta el momento.

Con Bruma ese diálogo se da a partir de la estetización de un conflicto que amerita un impostergable debate. No hay infierno peor que aquel, cotidiano y terrible, de la burocracia, caldo de cultivo de todos los males y escafandra natural de los indolentes, esos que día por día ejercen el pequeño poder que entraña el hecho de tener la autoridad para estampar un sello o una rúbrica. Diríase que hasta la muerte misma podría mandarse a buscar con esos temibles funcionarios que, tras un buró, creen dominar el universo todo. Parecería que incluso después de la muerte –y esta es la idea desencadenante del espectáculo– habrá un burócrata esperando.

Una absoluta claridad en el trazado de la situación caracteriza esta puesta. Anastasia intenta vencer los obstáculos que representan todas y cada una de las diligencias necesarias para definir el destino de su alma. Para ello recurre a todo tipo de sobornos e iniciativas, las que, poco a poco, acaban por convertirla en burócrata a ella misma. Sobresale además el modo en que han sido construidos estos personajes y más que eso la increíble ejecución de los actores, capaces de los más reveladores matices mediante la expresión del cuerpo todo.

Una estética similar a la desarrollada por Tim Burton y un muy cuidado diseño de vestuario y luces completan la propuesta que, sin duda, va más allá de la simple ironía para mostrar el terrible absurdo que se esconde bajo las horas de espera en pos de la resolución de una gestión, muchas veces, simple.

“Tramitar o no tramitar”; esa sería la cuestión, según la opinión de estos jóvenes talentosísimos, que logran un trabajo de un altísimo nivel. Su entrega nos recuerda que el teatro es siempre juego y artificio, al tiempo que tribuna de debate y denuncia en contra de todo aquello que entorpezca el bienestar de todos y todas.

Programa
En la jornada de esta noche de la cita de artes escénicas se presenta el grupo ecuatoriano Teatro Ojo de Agua con la propuesta Kaspar.

La cita es a las 19:00, en el teatro laboratorio del ITAE, ubicado en av. Quito y Bolivia. La entrada es gratuita.

‘Bem me quer’ refleja la identidad femenina

Jueves 08 de septiembre del 2011Cine y TV

Jaime Gómez-Triana para EL UNIVERSO  

Flores es un grupo femenino multicultural. Sus integrantes provienen de países muy distantes como Brasil, Noruega y Francia. La coreógrafa es Taís Vieira, de la compañía Membro.
Verdaderamente excepcional ha sido la presentación en la XIV edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil del colectivo Flores, de Brasil-Francia. Su puesta Bem me quer constituye una muy peculiar experiencia escénica que parte de la danza para ir más allá y abrazar comportamientos, identidades e historias que hacen parte de la biografía de las intérpretes y que, al mismo tiempo, devienen metáforas del complejo entramado de relaciones que caracteriza la vida en las ciudades hoy.

Danza de la calle, break dance e indagación en el universo femenino desde la particular perspectiva de cada una de las cinco bailarinas hacen de esta obra una propuesta atípica que relega el tradicional virtuosismo de estas expresiones urbanas para generar una circunstancia extrañada en torno a nociones y prejuicios muy bien establecidos que nos obligan a pensar la relación cuerpo-género en un solo sentido.

Procedentes de países bien distantes como Brasil, Noruega y Francia, las intérpretes logran conectar sus historias personales a una manera de hacer que tiene en el trabajo de la coreógrafa Taís Vieira y de su compañía Membro el principal exponente.

Nacida en Macaé, una ciudad situada a 180 km de Río de Janeiro, en Brasil, Membros está integrada por diez jóvenes que decidieron apostar por otra perspectiva de vida que no estuviera basada en las desigualdades y la violencia, e integrar una compañía de danza profesional.

Hijas de esa experiencia las integrantes de Flores mantienen un equipo paralelo a esa compañía que ha permitido a la coreógrafa abrir una indaga ción en torno a otros comportamientos.

Flores es totalmente independiente con respecto a Membro y ha desarrollado una línea de trabajo en colaboración que hace de todas y cada una de las bailarinas participe creativamente de la creación y concreción de las coreografías, de ahí que sea posible verificar los encuentros y desencuentros de las chicas a partir de la puesta en escena de sus propias marcas identitarias.

Sorprende cómo estas, muchas tan jóvenes, entran y salen de la pauta haciéndonos parte más que de un espectáculo de un duelo en el que se superponen anhelos y esperanzas.

Es quizás por ello que más que intentar leer la obra deberíamos lograr sentirla. Siempre que veo una puesta de esta naturaleza recuerdo el reclamo de Susan Sontag, quien proponía sustituir la hermenéutica por una erótica del arte.

Sucede que trabajos como estos sintonizan en una misma frecuencia el bios escénico de los bailarines y el de los espectadores. Tal parecería que el público todo bailaba interiormente y es que acaso la puesta pone una lupa sobre aspectos de la vida que coexisten en nuestra cotidianidad y que suelen ser invisibilizados violentamente por las más diversas hegemonías, uno de ellos la existencia de nuestro propio cuerpo.

Enfoque de género y emancipación femenina son entonces etiquetas demasiado frías para abordar un quehacer que va mucho más allá de lo aquí dicho, precisamente porque la coreografía evade toda noción de límites.

La exploración nos conduce a una total deconstrucción del comportamiento que busca instaurar un espacio no limitado entre público e intérpretes, hacernos parte de una misma realidad.

Apuntes
El grupo Kulunka Teatro, de España, presenta a las 20:00 de hoy su obra André y Dorine, en el teatro experimental del Centro de Arte (km 4,5 vía a Daule).

Las entradas cuestan $ 10 para el público en general.

Paradojas de un hombre solo en obra ecuatoriana

Miércoles 07 de septiembre del 2011Arte y cultura

Jaime Gómez Triana para EL UNIVERSO   

El actor Carlos Cacho Gallegos presentó el unipersonal Barrio Caleidoscopio, el pasado lunes, en el Centro de Arte.
Una poética muy singular caracteriza el trabajo escénico del actor Carlos Cacho Gallegos quien presentó en esta 14º edición del Festival Internacional de Artes Escénicas de Guayaquil 2011 la puesta Barrio Caleidoscopio en la que funge como director, autor e intérprete.

La nueva propuesta subraya, desde el punto de vista temático, el conflicto del hombre consigo mismo a partir de la presentación de un personaje esquizofrénico que, día a día, se ve obligado a conjurar sus propios miedos.

Especializado en el trabajo unipersonal, Gallegos logra seducir al espectador con una actuación en la que junta emoción y una detallada partitura físico-gestual que contribuye a expandir el espacio más allá de los límites impuestos por el propio concepto del montaje.

La puesta es absolutamente minimalista y concentrada en lo esencial. Apenas una silla y el trabajo de la luz que recrea ambientes y acentúa la acción sostenida esta vez aquí el puro acto de imaginar.

Mundo y vida soñados se articulan aquí como una estrategia que permite a este antihéroe contemporáneo abandonar su roca, aquella que impide escapar al Prometeo del siglo XXI, y construir una realidad paralela en la que las acciones más comunes y cotidianas devienen obstáculos casi insuperables.

Lleno de pequeños tics y manías que establecen, poco a poco, una relación de complicidad con el espectador, el personaje nos lleva de la mano. Nos mueve a través de su barrio y nos presenta a los seres que lo habitan.

El recorrido es al mismo tiempo un viaje a través de sus deseos incumplidos y de sus fobias. Alfonsito es un desechado, un marginalizado, alguien que quedó fuera y apenas se las arregla para despertar cada mañana e intentar una fuga ilusoria. No hay en este ser acción heroica alguna y esa quizás su principal angustia, nada lo condena sino su propia incapacidad para dialogar con el otro, de ahí que su mayor obsesión sea parecerse a los demás, a la gente normal.

Humor y ternura se conjugan en este unipersonal. Al igual que Plush, anterior trabajo de este creador, Barrio Caleidoscopio articula un discurso en el que se funden técnica y emoción, belleza y rigor. Un trabajo de esta naturaleza debe ser ejemplo para los actores que prefieren soledad en escena.

El personaje de Cacho nos confronta incluso más allá de los límites de lo local. Su pieza teatral es acta para todos y posibilita una lectura más filosófica, o simplemente más detenida en el virtuosismo técnico del intérprete que ha de mostrado poder pasar sin problemas de una representación sin palabras al cine y de allí a una escena que da un mayor peso al diálogo consigo mismo y con el espectador.

Apuntes
Teatro local. Bruma, del grupo ecuatoriano Teatro del Cielo, se presenta hoy, a las 20:00, en el Teatro Centro de Arte (km 4,5 de la vía a Daule). Entradas: $ 10 público en general, se las adquiere en las boleterías del teatro.
http://www.eluniverso.com/2011/09/07/1/1380/paradojas-un-hombre-solo-obra-ecuatoriana.html